sábado, 16 de febrero de 2013

El informe



Decidí ser investigador privado. Lo único que hice fue poner un aviso en el diario y comprar un lente. La cámara ya la tenía. Enseguida me llamó un hombre R. Necesitaba que siguiera a su mujer. El hombre estaba convencido de que ese mismo día vería a otro. Me pasó los datos. La seguí desde la salida de su casa. Había estado en el supermercado. En el estacionamiento, la intercepté y observé lo bien que le quedaba el vestido, lo cual era cierto. Dijo gracias. La invité a tomar un café, la llamé por su nombre. Preguntó cómo lo sabía. Le dije que la había conocido una vez en el banco. Que habíamos conversado. Dijo que no lo recordaba. Aceptó.
Café. Le dije que era investigador privado, que estaba siguiendo a una mujer que hacía compras. Después me dediqué a mirarle los ojos y las piernas y a decirle lo mucho que la había recordado después de ese día, lo mucho que me había dolido entonces no invitarla como ahora, lo mucho que me gustaría, aunque fuera casada, lo cual era evidente por el anillo, al menos una hora, llenarle el cuerpo de caricias y besos y de respirar esa piel tibia como la arena y la sal en verano. No parecía estar molesta. Le dejé mi teléfono diciendo que si un día se le ocurría dejar amarse que no tenía más que marcarlo.
A la semana me llamó.
Informe R.: El jueves a la mañana un hombre iba a ir a su propia casa a acostarse con su mujer. El hombre esperó en la calle. A las once vio llegar un auto, vio a un hombre bajar y tocar timbre, lo vio entrar. Esperó.
A las once y media de la mañana escuchamos la llave girar en la puerta.

viernes, 15 de febrero de 2013

Poema apócrifo de Saulo de Tarso




Todo lo que piensa un hombre es algo asombroso y basto. Sin embargo, su pensamiento, si lo tiene que definir en una sola idea –o en una sola imagen-, no deja de ser basura, algo ínfimo, y también del todo despreciable. Cómo piensa el hombre. No deja de pensar. Y, si dice lo que piensa, se larga a llorar. Entonces, se pregunta –o le deberíamos preguntar-: ¡¿por qué tanto pensar? Nunca digan lo que piensan. Dejen de pensar. Hay que hacer. Siempre lo que se pierde es el tiempo. Y lo que lleva a uno a perder. Todo se pierde. La vida. Se pierde la memoria. Se pierde lo pensado. Los granos caen y el sol sale. Si uno piensa demasiado, se pasa y se pierde. Está dispuesto. Está dicho. Fue escrito. 

viernes, 8 de febrero de 2013

Auto de fe, colectivo de incertidumbre


  
“Allí viene el apóstata.”
Así me siento,
pero después viene una señora,
se sienta en otro asiento,
y desde el alma,
y desde ese cuello inútil,
la señora me dice:
No sea tan duro consigo, mijito.
Déle una rosa a quien la merece,
y guarde las espinas para rascarse el orto.
Perdón, para rascarse el rostro.
Venga, siéntese.
Fui a donde estaba, me agarró la mano
y la puso en su vientre materno,
que hervía como el de una verdadera
perra tomando sol, y dijo:
Siéntame.
Y estuve en la arena
-con el sol de Dan
y con el movimiento del mar-
masturbando a una señora
entre las curvas y los badenes
entre el calor del la chapa y la gente,
en la línea 30, o en la 130,
mientras me explicaba el significado
de mi apostasía, diciendo:
Ustéd que no quería sentirme,
con su previa mano en mis entrañas.
Ustéd que abjura de la madre,
de este vientre que lo vio nacer.
No se contentaba, dijo:
No esté buscando
estar adentro mío.
Mírese: Metiéndo su mano ingenuamente
por mi vagina.
La estrechez, amigo,
es donde pocas personas entraron.
Aquí entraron zapallos enteros a diario.
Usted no sabe cómo hacer feliz a una mujer.
Sucede, entonces, que me obliga a agacharme,
porque es como una órden su mirada,
un desafío cada palabra.
Me arrodillo frente suyo.
¡Dios que me vacía!
¡Dios que libera la sabia,
que me aprieta las entrañas!
Ella grita y grita.
Después, se levanta y dice:
Gracias, jovencito.
Se baja.
Me siento y siento su figura en el asiento,
Todos me miran mientras
me cubro con la campera.
Pienso: Lo malo del pensamiento
es su obsenidad, es decir,
la imposibilidad de quedar oculto.
Quizás también sea lo bueno.


Franz Lló

Encontrarse a uno mismo



En la cima de la montaña, me hallé.

Estaba en realidad sentado en una silla, en mi casa.

Me dije: quién carajo te pensás que sos, que eras o qué…

Quién mierda te pensás que sos.

Era en realidad mi mujer,

que me mostraba mi otro yo.


Franz Lló




viernes, 1 de febrero de 2013

Tres




Bajó desde las carpas y se sentó a la orilla del mar en posición de meditación. Juntó los dedos y cerró los ojos. Era enero, Necochea. La playa estaba atestada de gente, pero él solamente escuchaba el silencio y veía luces de diferentes colores. Y entonces empezó a elevarse, es decir, a levitar.
Unas señoras comentaban el suceso con asombro. A otros todavía les pasaba desapercibido. Unos muchachos jugaban al fútbol y justo le vinieron a dar un pelotazo al buda. En la cara. Como si fuera un barco entre las olas, el cuerpo se inclinó hacia un costado y luego volvió a su posición lentamente. Ni siquiera abrió los ojos, pero le había quedado la pelota marcada en la jeta, con arena y todo. Aterrizó con cuidado, terminó de meditar y volvió a subir a las carpas. Su mujer le dijo: ¿Y ese pelotazo? El cuarto gol de Messi, dijo el hombre.
Nestor Almendro, párroco de la iglesia Santa Marilina, de Chaco, se arrodilló un sábado en el primer banco y juntando los puños se puso a orar. De su cuello colgaba un rosario y frente suyo estaba cristo clavado en una cruz de quebracho. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amen.
Terminó de orar y se fue a quitar el poncho parroquial. Allí estaba su monaguillo, esperando para tomarse el palo, escuchando la radio. El cura le preguntó: ¿Cuántos goles hizo? El monaguillo le dijo: Acaba de hacer el cuarto.
Un niño bajó a tomar la leche y le dijo a su madre: mamá, soñé que Messi hacía cuatro goles. A la noche, la madre le dijo al marido: podés creer que nuestro hijo lo había soñado.
Lo dijo a la mañana. El partido había sido a la tarde.

Poémeboheme





Iba a decir que tengo que rehacer mi escritura:
Algo así como escribir así:
Fuente turbia de alabastro,
El gris manto de la sal
El fuerte aroma del pasto
La distorsión gramatical.

El momento de dudar de todas las cosas
como Johannes C.
A diferencia de Descartes y demás,
no dar ninguna solución.
El eterno dudar.

Lo derivado del patético socrático de Platón.
El diferente pastel de Aristóteles.
El no saber contra el intentar saber.
La realidad que parece decir que
es una compatibilidad,
porque –en el fondo-
no sabemos,
pero intentamos saber.
Lo supieron:
Ambos son falsos,
ambos son verdaderos.

Y termino escribiendo
como escribía:
Como el ignorante que a nadie interesa escuchar,
porque dice cosas demasiado obvias
y por ende demasiado aburridas.

Franz Lló

A partir de Borges




Me enseñé alemán para leer a Shopenhauer.
Inglés para descifrar a Tom Waits
Et a la nuit, Il m’a dit:
Can’t resist to lovetime.
Wake up ‘n the mornin’,
grab your things and… gone.
The tone make’s ‘im sad,
not the thougths.
Gone for good
Gone for love
Since to be in other part
Its to be anotherone…
And still be mine
And still be one
And still be our’s.

Damn rose without
Tabaco.
Damn rose without
flouer.
The traffic of red pictures
And in the morning
I’ll be gone.
And life shall be miracle
A damn rose without
Tabaco.

Il m’a dit:
It’s more than glory
It’s more than pain
It’s more than armony
It’s more than sad times
It’s rain and thunder
And the dark earth
Beyonde us.

Il m’a dit:
Give to the devil
What is down in the hole.
keap’im’ waiting down…
very down in your soul.
Soulo,
Suela
Sólo
Suelo
Seul,
Alma,
tierra.
Falta mucho de poesía,
al menos de poesía del alma,
a la música de hoy,
como se puede ver en esta declaración,
que no pretende ser ni poema ni canción.

Franz Lló