sábado, 24 de marzo de 2012

Poesía metafísica


El árbol y su fruto

Uno va enfocando algo;
hasta que algún día le apunta
-como apuntalaban en el medioevo-
y transforma eso que enfocaba
y lo empieza a abrazar y a querer.
A la larga, querrá tirarlo a la mierda.

Es pulsión

Porque la satisfacción humana
no es más que una ilusión.
Porque no irá
contra su naturaleza.
Porque es vil
la nefasta esperanza
de que en otro lado
sea mejor.

Un parto

…y lo cambiará
por otro.
Lo cambia por otro algo
-otro pensamiento, otra materia-,
lo cambia; pero no lo tira.
Lo tira, pero en un lugar
que no pueda olvidar.
Y retiene,
si no el recuerdo,
la cercanía;
si no la enseñanza,
algún espíritu;
si no el espíritu,
algo espiritual:
la leche.

Así…

El hombre dice:
“En vez de desecharlo,
lo dejo por ahí tirado.
Porque está claro:
puedo necesitar
de aquel algo
-alguna vez-
y volver a enfocarlo”.

Lo bueno

Lo bueno es que el hombre
siempre mejora lo que toca.

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