El duende está gritando en su cabeza,
porque no sabe lo que hace. Y no sabe lo que quiere. Va doblando el cosmos, lo
tuerce, sin romperlo. Hay una euforia que no deja de llamar y solamente
mediante golpes continuos se va alejando. Golpear y golpear con ritmo. Como la
música, no con puños. Se duerme, está en el aire. Se encadena y aplasta como la
gravedad. Y es grave. Piensa tomar, piensa mover, piensa amar, piensa alejar. O
piensa estrujar su cuerpo, moler la piedra, aplastar algo. Como una descarga a
tierra, se va escurriendo la fuerza, golpeando las teclas, deshaciéndose del
barro, comiendo la manzana. La palabra tiene que salir para ser palabra. Si la
palabra no sale, el mar la engulle y las olas quedan secas, como de barro. La realidad
es una metáfora de la filosofía; la filosofía: dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario