viernes, 11 de mayo de 2012

El orgullo intelectual, dijo Tardewski, es lo último que se pierde

Si el que escribe no escribe por los demás y para los demás; si el que escribe no puede tener en su escritura el amor; Si no puede tener el amor en la filsofía de su pensamiento ni en la poesía de su literatura; entonces, no es un escritor que valga la pena. No se quejen de que el escritor sea escritor, porque el verdadero escritor da su vida por la humanidad, como Jesús. Por eso la literatura, sea verdadera, mitológica, o religiosa, siempre es una metáfora de la realidad. En realidad, todo el mundo da la vida con lo que hace y con lo que piensa. Y sin cada germen de este hermoso pantano, el escritor no podría pensar. Porque el hecho de que decida pensar, es porque piensa que existe quien entiende. El problema es cuando los oídos son solo ornamentos, dijo Jesús.

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