El 12-12-12 un doctor
estaba en su oficina, tipo siete de la tarde, cuando se le apareció dios y le
dijo que indagára todo lo que quisiera. El hombre preguntó: Quién es.
Dios dijo: Es el que
es. Luego le volvió a ofrecer que hiciera preguntas.
El doctor, que era
pietista, tenía miles de preguntas sobre el juicio, sobre la existencia, sobre
el sentido, sobre las tres palabras que susurró Cristo al oído de Pedro.
Él mismo se las
formulaba a diario.
Sin embargo, ahora lo
tenía allí, disponible, abierto –majestuosa teofanía-, y no tenía nada que
preguntar.
Dios dijo: ¿Nada más?
El doctor dijo: No,
nada más.
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