domingo, 3 de marzo de 2013

A la una y cuatro los fideos



 La máxima broma del capitalismo contemporáneo es esta:
¡No ganás plata! –le dijeron a un vago.
Es cierto –respondió-, pero me rallo mi propio queso, y saco las telas que forman las arañas.
Una vez estuve frente a un buda y le agradecí que me hiciera creer bueno, o querer serlo.
Miré hacia los cipreses y pensé.
Observé lo que había creado y lo que podía crear.
Después, que venga el fracaso.
Y para equilibrar, pensé en la broma del capital.
Todos los caminos conducen a broma.
La vida no ha de ser más que una ironía.
Si imagino el fin, me imagino riendo,
como el consolado después del susto.
Lo único bueno es lo que no daña,
un camino que no tiene meta.
Cualquier otra convención es una herejía,
una patraña.

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