Ir a toda velocidad sobre el lomo del caballo, el viento y la tierra. En
el golpeteo y la dureza y las piernas afirmadas entre los cueros. El avestruz o
la liebre quiebran la carrera. Desde el indio, se dobla antes en el espacio,
queda el vientre. La lanza ya se balanceaba en su mano. La arroja. Le atraviesa
el cuerpo. El freno y el salto. Eso, contra estar sentado en una oficina e ir
al supermercado. ¡Cuánta adrenalina nos falta, por Alub, Hércules, y los Aucas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario