domingo, 3 de marzo de 2013

Las rosas, la memoria.



the fucking regrets.
(Magnolia)

Toda mi vida voy a estar arrepentido de no haber conseguido un traje y de cancelar ese viaje, que era un casamiento.
Toda mi vida arrepentido de pensar y pensar mientras ella me hacía masajes. El tiempo, valioso y también diáfano, se fue con la mujer.
Toda mi vida voy a recordar a Betania, que tenía algo de mamá.
Lo dijo Goethe, lo recuperé de Borges: Lo cercano se aleja.
Toda mi vida voy a sufrir el recuerdo de su aroma en mi hombro, mientras terminaba de pasar la noche.
Quizás haber sorteado una mariposa, para que no se pusiera en mí.
Todas mujeres que imaginé inalcanzables. Todas situaciones que ahora me parecen tan posibles, y ahora ya no.
El sufrimiento, se sabe, es como el agua, o el oxígeno.
Algún día tal vez me arrepienta de arrepentirme ahora, ¿cómo puede uno perderse de amar a todas las mujeres? Amar. Conocer a la mujer, a esa que duerme a tu lado. Eso que dice también Horacio.
Escritura debería significar: hacer a un lado.
Liberar, como en el llanto.
¿Hace falta aclarar que se llora de felicidad,
y que se llora de tristeza?
Una metáfora tan común como la cruz,
como el río,
como los ojos y las estrellas.
Dejar a un lado los remordimientos en el olvido: los papeles.

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