Hablando del sueño y del soñar, se
dijo que el ansia de sobrevivir, de un modo o de otro, ahoga el enervante goce
de vivir. En otras palabras, que la inmortalidad o la eternidad son anhelos que
entorpecen.
Pero los que dijeron que la mañana
salía para todo el mundo por igual, según Alub mismo predicaba, o había
predicado, usando y abusando del verbo (al igual que los hebreos y que la
epístola a los hebreos “el que sostiene
todo con su palabra poderosa”, Hb
1 3), tenían razón: el único y verdadero fracaso consiste en
quejarse.
Epístola a los hebreos
Dicha epístola da cuenta de la
importante diferencia entre un protocristianismo helénico judío –evaporado
lentamente-, contra otro que proviene del romano, que es posterior y que bebe,
por supuesto, del otro, pero que perduró. Hablamos de una epístola judeo
helenística, del cristianismo naciente. No se trata de una epístola escrita por
Pablo. La diferencia está en el arte, en la erudición, en la época en que, al
parecer, habría sido redactada. El estilo es más oratorio que los demás
escritos que se le atribuyen a Pablo.
Traduzco:
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A ellos hablaba Filón de Alejandría;
y también el ilustre Gustavo de Creta, cuando dijo: El vientre cayó sobre la espalda. El hijo llenaba el vientre y llenó la
espalda. El que no carga, no tendrá para
descargar; y se evaporará como la niebla de la mañana, el éter y el nirvana,
que significa desintegración. Ya está dicho que el que carga su espalda no
tiene vida, pero la tendrá.
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