domingo, 3 de marzo de 2013

Unamuno y Alub




Hablando del sueño y del soñar, se dijo que el ansia de sobrevivir, de un modo o de otro, ahoga el enervante goce de vivir. En otras palabras, que la inmortalidad o la eternidad son anhelos que entorpecen.
Pero los que dijeron que la mañana salía para todo el mundo por igual, según Alub mismo predicaba, o había predicado, usando y abusando del verbo (al igual que los hebreos y que la epístola a los hebreos “el que sostiene todo con su palabra poderosa”, Hb 1 3), tenían razón: el único y verdadero fracaso consiste en quejarse.

Epístola a los hebreos
Dicha epístola da cuenta de la importante diferencia entre un protocristianismo helénico judío –evaporado lentamente-, contra otro que proviene del romano, que es posterior y que bebe, por supuesto, del otro, pero que perduró. Hablamos de una epístola judeo helenística, del cristianismo naciente. No se trata de una epístola escrita por Pablo. La diferencia está en el arte, en la erudición, en la época en que, al parecer, habría sido redactada. El estilo es más oratorio que los demás escritos que se le atribuyen a Pablo.
Traduzco:
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A ellos hablaba Filón de Alejandría; y también el ilustre Gustavo de Creta, cuando dijo: El vientre cayó sobre la espalda. El hijo llenaba el vientre y llenó la espalda.  El que no carga, no tendrá para descargar; y se evaporará como la niebla de la mañana, el éter y el nirvana, que significa desintegración. Ya está dicho que el que carga su espalda no tiene vida, pero la tendrá.

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