domingo, 10 de marzo de 2013

Principio de certidumbre


En realidad, es el principio de una paradójica certidumbre, pero certidumbre. No nos consideramos sobresalientes en nada, salvo en todo lo que hacemos, en tanto sobresalir en algo, sólo consiste en disfrutarlo. Jamás se piense lo contrario, porque sería como decir que la felicidad es secundaria. Borges también lo expresa, en otra forma, quizás no siendo sincero: He cometido el peor de los pecados: no fui feliz. Ser feliz es lo primero. Si dios es amor, el primer mandamiento no sería amarlo por sobre todas las cosas, sino ser feliz. Sin duda, en algun manual de teología significan la misma cosa, son sinónimos. Amar a dios es ser feliz, y ser feliz es amar a dios. Es como decir: si no amas, no sos feliz; si sos feliz es porque amás. Causa y consecuencia lógicas, pero no comprobables por la razón. O todo es hipálage: el feliz principio: Sean felices en lo que hacen y no en lo que tienen o ganan.
Se sabe que la felicidad está atada al tiempo. La felicidad va y viene. Su ausencia es colmada por la angustia, o la tristeza, o la infamia de ser una larva. No importa. Si con Buda y Alub logramos perder el tiempo, deshacernos de él, la vida puede ser un sólo y minúsculo instante eterno de pura felicidad, o de pura angustia; depende de cada uno. No es que lo hayamos hecho, pero al menos lo intentamos. ¿Cómo? Sin preocuparnos por el ayer, sin preocuparnos por el mañana. Convenciendo al alma de que el tiempo no es fugaz, como dice Octavio Paz en su poesía de los chopos, sino falaz, como dicen los números: cada instante es eterno porque ni la angustia ni la felicidad tienen magnitud.


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