En realidad, es el principio de una
paradójica certidumbre, pero certidumbre. No nos consideramos sobresalientes en
nada, salvo en todo lo que hacemos, en tanto sobresalir en algo, sólo consiste
en disfrutarlo. Jamás se piense lo contrario, porque sería como decir que la
felicidad es secundaria. Borges también lo expresa, en otra forma, quizás no
siendo sincero: He cometido el peor de los pecados: no fui feliz. Ser feliz es
lo primero. Si dios es amor, el primer mandamiento no sería amarlo por sobre
todas las cosas, sino ser feliz. Sin duda, en algun manual de teología
significan la misma cosa, son sinónimos. Amar a dios es ser feliz, y ser feliz
es amar a dios. Es como decir: si no amas, no sos feliz; si sos feliz es porque
amás. Causa y consecuencia lógicas, pero no comprobables por la razón. O todo
es hipálage: el feliz principio: Sean felices en lo que hacen y no en lo que
tienen o ganan.
Se sabe que la felicidad está atada
al tiempo. La felicidad va y viene. Su ausencia es colmada por la angustia, o
la tristeza, o la infamia de ser una larva. No importa. Si con Buda y Alub
logramos perder el tiempo, deshacernos de él, la vida puede ser un sólo y
minúsculo instante eterno de pura felicidad, o de pura angustia; depende de
cada uno. No es que lo hayamos hecho, pero al menos lo intentamos. ¿Cómo? Sin preocuparnos
por el ayer, sin preocuparnos por el mañana. Convenciendo al alma de que el
tiempo no es fugaz, como dice Octavio Paz en su poesía de los chopos, sino
falaz, como dicen los números: cada instante es eterno porque ni la angustia ni
la felicidad tienen magnitud.
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